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En alguna ocasión mientras leía a Cortázar sobresalió para mí esta frase: “Cada día iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso." Hoy le encuentro mucho más sentido a estas palabras.
Lo que se siente como que ha sido por muchísimo tiempo, creo que no había deseado compartir tantos momentos documentados con mi lente por el sentimiento que provocaría de cierta forma regresar a ellos, algo que es realmente inevitable cuando me encuentro viendo cualquiera de mis fotografías. Quizás también, me veía absurda ante la idea de plasmar por escrito una anécdota para acompañarlas, pensando que tal vez ya no tendría sentido relatarla después de algún tiempo. Los últimos dos años de mi vida han sido un período donde me ha costado trabajo encontrar palabras, inspiración y sobre todo, ganas. A pesar de ello, algo que nunca he logrado es dejar la cámara abandonada por completo. Además de lecciones, también tengo miles de fotos acumuladas.
Lo que sé es que últimamente ya no me resulta tan cobarde sentir ni las ganas de recordar, porque qué serán mis fotografías sino mi más puro manifiesto: Aquí estuve, aquí caminé, aquí comí, aquí me inspiré, aquí reí, aquí lloré, aquí sentí, aquí amé.
Conocí a muchas personas y conviví más cerca que nunca con otras durante mis dieciséis meses viviendo en Madrid, algunos llegaron y salieron de mi vida madrileña sin tiempo para documentar nuestros momentos juntos. Pero hay algunas con las que hoy puedo decir que viví el tiempo más transformador y afortunado de mi vida, y negarles este espacio que ahora comparto ustedes, sería como negar lo que significaron para mí en ese momento. Este es mi diccionario como lo dijo Cortázar, es mi expresión, es mi manera de recordar con mera aceptación esos momentos que observé con cariño, que viví con un tipo de coraje al que aún no le encuentro nombre y que ahora publico con cierta condición de despido, aunque el adiós no sea para todos. Sin embargo doy un paso, y pensando en quien estuvo a mi lado mientras grababa estos instantes y hoy ya no está, para quien estas imágenes ahora representan un capítulo de lo que se perdió y ahora cerró, dedico estas palabras:
Todo lo que te di, lo di con ganas.
Tú me diste muchísimo y lo honro.
Por aquello que entre nosotros fue mal,
yo asumo mi parte
y te dejo la tuya
aunque te agradezco por ambas
y ahora, te dejo en paz…”. Bert Hellinger
Sin más decir, nunca supe por qué me gustaban tanto los tonos azules, ni qué se sentía volver a estar tan feliz como una niña hasta que me sumergí un día entero bajo la magia del Oceanográfic en Valencia; ahora pienso que el encanto de Sevilla quizás no está su color especial, sino en la risa que estalla entre un buen grupo de amigos cada cinco minutos mientras recorren sus calles empedradas y buscan otro sitio para seguir brindando.
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