Monday, July 4, 2016

"LLOVÍA EN LA LEONA AQUEL VIERNES..."

Monday, July 4, 2016

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Bastó con mencionar 'fotos' y 'el centro' en la misma oración, y sin pensarlo dos veces le dije que sí a Ale, emocionada por la aventura que sabía estaba por venir. Siempre me ha gustado la idea de fotografiar rinconcitos inexplorados y usualmente lo hago al viajar, pero cuando se trata de la ciudad que me vio crecer, definitivamente no lo hecho lo suficiente.

Algo nerviosa por el clima y la incertidumbre de que tan seguro sería que una niña rubia anduviera caminando por La Leona con una 'camarota' en mano, así agarramos viaje hacia el centro de Tegucigalpa Alejandra Paredes y yo, como a eso de las 3:30 p.m. un viernes 17 de junio.

Entre las anécdotas y descripciones que con mucho entusiasmo narraba Ale de cada lugar que recorríamos 'a pie' y en carro,  yo sonreía con solo caer en cuenta de la pasión que aquella mujer le tenía a la esa zona de la ciudad. Al escuchar todo aquello que me contaba y con lo que mis propios ojos veían, mi fascinación por los lugares que antes jamás habían llamado mi atención hasta entonces, me dejó llevar y de repente quería fotografiar cada detalle de la vieja Tegucigalpa.

"Bájeme el vidrio porfa, solo quiero tomarle una foto a ese puesto de frutas!"

Y así capturé mis primeras imágenes de tan lindo corazón de la capital...

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Llovía en La Leona aquel Viernes...

Por Alejandra Paredes L.

Esperé un día así para visitar el Casco Histórico de Tegus. Cielos nublados, brisa ligera, a ratos lluvia. Clima ideal para captar colores, follaje, techos y texturas de mis callecitas empedradas. La meta: encontrar rincones registrados en mi memoria para iluminar las páginas de Cromos con un artículo para Vuelve al Centro. Nuestra joven practicante hacía fotos mientras yo le contaba anécdotas, rezando frases ansiolíticas para aplacar sus nervios.

Hicimos fotos en las curvas de la Leona, y se le abrían los ojos al contemplar las casas antiguas, con sus hiedras, balcones y verjas desvencijadas. Las curvas, el parque y el callejón aledaño a la Casa Walther, con sus muros de piedra, vegetación verde oscuro, arco de adobe y rejas maltrechas resultaron irresistibles para Joan Hidalgo.

Al día siguiente, ella cumpliría 23 años, y como tantos jóvenes de su edad que crecieron en las afueras, pocas veces había “bajado al centro”, y nunca había subido a La Leona. La chica, sin soltar la cámara, musitaba frases y risas, fascinada por los sitios que explorábamos mientras yo le contaba historias de juventud, y nos “capeábamos” buses y taxis que zumbaban a velocidades opuestas a la nuestra.

Lee el artículo completo AQUÍ.

Wednesday, April 27, 2016

DETRÁS DEL LENTE: LOVE IN SANTA ANA

Wednesday, April 27, 2016
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Hace unas semanas nos aventuramos con una pareja de comprometidos para realizar su sesión de fotos pre-boda en Santa Ana, un pequeño pueblo a 40 minutos de Tegucigalpa hacia el sur. Santa Ana es una locación que además de sus fachadas rústicas y una pequeña población, es donde se sitúan las famosas eólicas de nuestro departamento Francisco Morazán. Si bien es cierto que estas enormes turbinas fueron construidas para generar energía renovable, el parque eólico en Santa Ana está situado en un punto de paisaje realmente espectacular, y los grandes molinos de acero son monumentos que hacen del lugar una atracción peculiar.

La pareja, Mariandrea y Pedro se conocieron en España y por ende son amantes de los viajes y los paisajes, lo que nos ayudó a concluir que esta locación sería perfecta para fotografiar su viváz y tan aventurera relación. Como fotógrafa de luz natural, mi reto es utilizar la luz del día y  de la mejor manera para obtener imágenes delicadas y cautivadoras. Por eso me encanta realizar sesiones durante el golden hour cuando trabajo en exteriores, y sacarle provecho a la luz excepcional que solo ocurre justo antes de la puesta del sol. ¡Los resultados son siempre gratificantes! Por ser un campo bastante abierto, esta locación me permitió jugar con el cambio de colores del cielo y los tonos amarillos sobre el prado y las montañas ayudaron a crear un contraste armonioso entre el vestuario de los modelos y el ambiente en general.

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El mayor reto durante la sesión fue sin duda el viento. Aparte de la época del año, recordemos que estabamos en un parque repleto de turbinas gigantes que están ahí por una razón: hay más que suficiente viento contante para generar muchísima energía. El viento usualmente favorece a la naturalidad de las fotografías, pero en esta vida nada en exceso es bueno. Al principio fue frustrante que el pelo de Mariandrea volaba por todos lados y Pedro se despeinaba, pero después nos rendimos ante el gigante y dejamos que diera risa, lo que resultó en imágenes divertidas y llenas de sonrisas. Si puedo darles un consejo de lo aprendido (con esta y otras experiencias), es que no se estresen ni se peleen con madre naturaleza. Fotógrafos: mejor aprovechen a capturar gestos y reacciones espontáneas y luego a trabajar un poco más duro en post producción. Ni modo. Lo vale. Parejas: Olvídense ya de paso que les están tomando fotos y solo sean ustedes mismos, recordando lo mucho que se gustan y cómo quieren recordar ese momento en el futuro.

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En esta aventura me acompañó mi amiga Danii (dos 'i's porque así dice ella que es), quien fue una salvación rotunda. Quienes me conocen saben que soy algo penosa y aún necesito aprender a ser más interactiva con mis sujetos para romper el hielo. Gracias al cielo tengo amigas muy diferentes a mi y en este caso eso compensó mi awkwardness natural. Danii supo perfectamente cómo sacarles unas cuantas carcajadas a la pareja, que en realidad era más penosa que yo. "No nos digás que hagamos cosas muy románticas porque me da risa", me decía Mariandrea una y otra vez. Y en efecto, cada vez que los acercabamos le daba una risa tremenda. Pero al final entre el frío y la timidez logramos capturar muchas risas espontáneas y genuinas. Ultimadamente en las fotografías se dejan reflejar esas personalidades únicas que tienen Mariandrea y Pedro, su sencillez como personas y ese amor inquieto y aventurero que brota entre los dos.

¡La pasamos tan bonito!

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Pueden ver algunas de mis fotos favoritas de este shoot AQUÍ.

xx, J.


Wednesday, February 3, 2016

2978 MILES: DETRÁS DEL PROYECTO

Wednesday, February 3, 2016
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Recuerdo claramente la etapa de mi vida cuando descubrí mi pasión por la fotografía– por capturar los detalles y momentos que me hacían realmente feliz, momentos que quería nunca dejar ir. Estaba en el séptimo grado en secundaria y fue cuando conocí a Patricia, quien rápidamente se convirtió en mi mejor amiga. Simplemente ‘clickeamos’. Primero fueron detalles como el hecho que teníamos la misma serie de televisión favorita y que nos encantaba escuchar indie– esa música que a nadie más le interesaba a los 13, en una época bombardeada de reggaeton y cultura pop. Pero luego descubrimos algo que nos hacía aun más similares: nos encantaba tomar fotografías. Ambas teníamos cámaras digitales compactas (la mía en realidad le pertenecía a mi papá) y ella tenía una vieja pero funcional Polaroid, y cada vez que nos reuníamos en casa de Patricia nos tomábamos fotografías y también documentábamos algunos momentos. Desde entonces nuestras cámaras han formado parte de nuestra relación como amigas. 


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La primera vez que a Patricia y a mi nos separó la distancia (literalmente) fue a finales del 2007, un poco más de un año después de habernos convertido en amigas. Ella se mudaba a California a completar High School y nos estaríamos viendo solamente una vez al año durante cuatro veranos. Cuando mi amiga hizo su primera visita a Honduras en el verano de 2008, hicimos la primer serie de fotografías que nos describiría en el tiempo y reflejaría nuestra relación como ninguna otra cosa. Veo esas fotos ahora y me hecho a reír, pero también me llenan de una felicidad melancólica si así se puede decir. Después de esa vez, hicimos "sesiones" de fotos todos los veranos. Cambiaron las cámaras, cambiamos nuestras modas, superamos la metamorfosis de la pubertad (gracias a Dios) pero jamás cambiamos nosotras por dentro ni nuestro amor por capturar en fotografías nuestra peculiar amistad y todo lo que nos rodeaba. 

En verano del 2011 Patricia regresó a vivir a Honduras, y nos encontramos siendo aún unas niñas que apenas comenzaban la universidad y todavía no tenían idea que hacer con sus vidas. Comenzábamos una nueva etapa, ahora juntas de nuevo, y así de fiel como nuestra amistad, la fotografía estuvo ahí para hacernos olvidar por ratos las nuevas responsabilidades y situaciones que nos presentaban retos como mujeres y universitarias. Patricia casi siempre andaba su Canonet (rollo, 35mm) y un tiempo después ambas compramos en eBay un par de Minoltas usadas que venían con diferentes lentes y rollos (¡ganga!), inspiradas a hacer más fotografía análoga. Recuerdo lo literalmente enfervorizadas que estábamos con nuestras nuevas-viejas cámaras de rollo. Pero la emoción con las cámaras análogas fue diminuyendo cuando descubrimos la maravilla de Instagram y el iphoneography– fotografía digital con iPhone– y finalmente ya teníamos también excelentes cámaras DSRL. 


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Amamos Instagram desde que comenzamos a seguir cuentas como la de la revista Kinfolk, VSCO y de fotógrafos y bloggers que hacían del iphoneography un arte. Nos dimos cuenta que esta red social se podía aprovechar para mucho más que compartir selfies y usar diez hashtags para conseguir likes– Instagram impulsa la creatividad visual, y la galería que se crea en cada perfil puede ser realmente atractiva, siguiendo un estilo y estética, contando historias y convirtiéndose en una expresión visual de quienes somos. Patricia y yo pasamos mucho tiempo dejando las cámaras pesadas a un lado y acomodándonos a la conveniencia de la fotografía con nuestros iPhones y a lo práctico de Instagram para compartir las fotos recién capturadas. Se puede decir que nos convertimos en unas insta-obesionadas, cuidadosamente creando el aspecto de nuestra galería, el tipo de fotografías que compartíamos, las cuentas creativas que seguíamos y limitándonos a una app favorita para editar nuestras fotos.


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Cada una tiene su propio perfil en Instagram desde hace unos años, pero ahora compartimos la cuenta llamada ‘2978miles’. Esta nace a raíz que en Diciembre de 2015, Patricia partía de nuevo a California indefinidamente, separándonos de nuevo por 2,978 millas desde Tegucigalpa hasta Los Angeles. Inspiradas por el libro “A Year of Mornings”, decidimos fusionar nuestros intereses y pasiones en un proyecto visual utilizando como plataforma una red social que nos encanta. Creamos 2978miles con la idea de compartir entre las dos y con el resto del mundo una foto al día por un año donde sea que estemos, comenzando el 1 de Enero del 2016. El proyecto es un reflejo claro de nuestro amor por la fotografía y la vida, y de nuestra amistad que se ríe de nuevo ante la distancia. 


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Los detalles:
  • Cada fotografía lleva una descripción alusiva a nuestro día en general y al momento o la emoción que refleja, luego firmada ‘P’ o ‘J’.
  • No compartimos nuestras fotos entre nosotras antes de publicarlas en la cuenta.
  • Comenzamos editando las fotografías sin definir un estilo o una paleta de colores en específico, pero ahora después de 33 días, hemos llegado a seguir una misma línea visual armoniosa. A pesar que cada foto es diferente, en general nos unen los colores, la luz y el estilo de composición.
  • La gran mayoría de las fotografías son tomadas con nuestras cámaras DSRL, de otra forma con nuestros smartphones.

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@2978miles en Instagram
Esto es lo emocionante: entrar a la cuenta a diario y darnos cuenta qué hemos visto, qué hemos vivido y cómo nos hemos sentido durante cada día y ver que a pesar de la distancia seguimos siendo Patricia y Joan, unas amigas locas que aman la comida, las puestas del sol, la música y las emociones– todas las emociones. La fotografía es como una tercer mejor amiga, siempre ahí, siempre viviendo todo a nuestro lado. Ahora les invito a ustedes a seguirnos en esta emocionante aventura y compartir estas pasiones con nosotras al estilo del siglo XXI. ¡Gracias internet!



Thursday, January 28, 2016

SOMETHING VIOLET

Thursday, January 28, 2016
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Recently I was given the opportunity to photoshoot a very special girl, for a very special reason. Although it may have seemed at first as a challenge for me and for her to photograph a bare face and a delicate, bruised body-- both consequences of her illness and quimiotheraphy, in the end it all resulted in the most beautiful session I've yet produced, capturing the very essence of an exposed soul. 

A few months back, I lost a friend to cancer. Everything seemed to be going perfectly well with quimio, Marcela was the strongest, most optimistic and faithful person I had ever seen fighting the battle. However, it seems like God knew best and His will was done-- He wanted her to keep praising Him up close, with Him. I had already become familiar and close to cancer a couple years back, when one of my aunts was diagnosed with a delicate type. For our whole family, living the process with her was harsh and scary, but God was merciful and remained faithful. Gone through cancer and multiple surgeries in the cervical spine, my aunt is a blessed survivor. So, I will never understand all the why's of my friend who had it different, but I know those are answers I will never get. Even when you're no stranger to cancer-- be it because you've had it yourself, you know someone who's fighting it, or a friend or family member of yours is or was ill, you're never ever prepared for the shock of losing someone to it. 


My friend's passing was brutal and painful for us who were left here without her, and I personally had many regrets about her after the loss. I still do. She battled with cancer for long months, and although I was always looking after her Facebook posts, where she continuously shared her journey through long statuses and photos, I never brought myself to visit her, send her a private message, or give her a call for that matter. Let her know I was rooting for her, caring about it all, praying for her. She was my friend, for God's sake! and I never got to say how much I admired her optimism through it all, and let her know she'd made a difference in my life during High School. I didn't see her much in College, but there's memories I never forget. I never let her know that. 

It was shortly after Marcela's passing that I found out about Nicole and how she had been recently diagnosed with a different type of cancer. I knew of Nicole from friends we have in common, so I was heartfelt to know she was beginning to fight the hard battle. I started following her blog "La Vida en Violeta" and soon enough I felt a tug in my heart to let her know I was there for her. I didn't really know her, she wasn't my friend, but somehow I wanted to feel like one for her. I don't know if it was about Marcela, about my aunt, or if I was simply moved by her story, but I sent Nicole a Facebook message and I let her know what my heart felt. She responded kindly and thankful, and I continued to follow her journey online. I've admired her openness and positivism and how her story has captivated thousands of people who have or don't have cancer themselves. 


A couple weeks ago I was thrilled to receive a message from Nicole, saying she wanted my help. By now I think you know it didn't take me much to accept. She told me how she felt ready to show herself in her most vulnerable state, exposing herself in photos with no makeup-- something she'd been "hiding" under throughout her whole cancer battle. To be honest, I felt privileged to be the one she wanted to do this with. I was aware that she's been working with well-known professional photographers, not only at this time but even before she became sick, because she's been a local model. Having her being interested in me capturing her most delicate self, I was humbled but also very excited. We agreed on a date for the shoot almost immediately.


At first we were going to shoot the pictures at her best friend Alexandra's house, as we were looking for something very natural and relaxed. However, Alexandra suggested we try an outdoor shoot at a special spot she wanted to use. This meant adventuring in a little road trip to an old hacienda, just about 15 mins from the city. We went for the outdoor adventure. The shoot was iconic from the start, full of laughs, car 'stealing', crossing rivers, unexpected white, furry visitors, mosquitos and ant bites. It was super fun! Except the ant bites. But that part is one of those things you go through as a photographer to try and get the perfect shot. 

I have to say again, the final result of the whole shoot was a gratifying thing. As I was working in post-production I found myself falling in love with every color, expression, and detail of both Nicole and the picture perfect location. I always pour out so much of my heart in every picture I make, and there's much of that in this shoot. But mostly, I've been able to see God's own beauty in a face and body he's perfectly sculpted, and that we so desperately always want to add more to. Nicole may have lost her hair and new bags under her eyes may have appeared because of her illness, but these pictures represent more than that. They show what God has created and granted to happen in Nicole and her life, and what He allowed me to see.


At last, I invite you all to read Nicole's "La Vida en Violeta" latest blog post 'Expuesta', where she finally opens up about her feelings towards her body's changes, the hair loss, and looking at herself in the mirror the way she now looks: no makeup, no photographic retouch, and finally, more vulnerable than ever. READ IT HERE.



Joan Hidalgo Blog © 2014